Todos los años desde que había empezado a trabajar y a tener dinero ahorrado juntaba sus días de vacaciones en septiembre y hacía un viaje al extranjero. Es soltera, sin novio, sin hijos, ni padres o personas dependientes a su cargo. Completamente libre para ir donde le apetezca (y sus ahorros se lo permitan). No tiene miedo de viajar sola o en compañía de alguna amiga. Y su hambre de conocer mundo no tiene límites, desde Argentina, Perú o Chile a Tailandia o Camboya pasando por países como Armenia, Irán o Tanzania. Ya tendrá tiempo de viajar por países más cercanos como Francia o Portugal, o de viajar por España cuando sea más mayor y los años le empiecen a pesar en la maleta. Pero este año es diferente. La pandemia del coronavirus ha impuesto restricciones para viajar desde España a muchos países. Y tiene que reconocerlo, le da miedo contagiarse. No por ella, se considera lo suficientemente sana y fuerte como para vencer al virus, sino por su familia. ¿Qué ocurriría si se lo contagiaba después a su madre o a su pequeña sobrina? No se lo podría perdonar. Así que este año había decidido pasar unas vacaciones diferentes. Su madre llevaba toda su vida contándole cómo pasaba sus vacaciones donde su abuela Urbana, en un pueblo de Palencia. Y cómo disfrutaba allí a pesar de que su abuela nunca le dejaba comer chocolate. Ella no había llegado a conocer ni siquiera a sus abuelos, murieron bastante antes de que naciera. Así que nunca ha ido en verano "al pueblo a ver a la familia", como le decían algunas de sus amigas. Más bien se considera toda una urbanita moderna, trabaja en una gran compañía de telecomunicaciones, sale a correr por el Retiro, va a ver las exposiciones cada vez que las cambian, acude asiduamente al teatro y otros espectáculos de moda, y luego publica sus fotos y vídeos en Instagram. De hecho, acaba de subir un Reel para decir a sus contactos a donde se va a ir de vacaciones, aunque sea consciente que esa es una información que no debería publicar nunca en las redes sociales. Sí, este año hará turismo de interior visitando el pueblo de sus bisabuelos, Palenzuela. Y no lo hará sola sino para variar, desde que era muy pequeña, acompañada de su familia. Así que busca alojamiento en una casa rural de la zona y hacía allí se dirigen. En el fondo no espera mucho de este viaje y cree que se va a aburrir soberanamente, pero sólo ver lo ilusionada que está su madre, como una niña pequeña esperando ver a los Reyes Magos, ya la compensa. Lo que no se podía imaginar es que después de tantos viajes al extranjero, este era el que más le iba a sorprender e impactar. Y es que no esperaba encontrarse un pueblo que respiraba historia por cada piedra que pisaba. Restos de una muralla medieval, ruinas de un castillo, iglesias (alguna también en ruinas), un convento-hospital, una importante judería... todo ello hablaba de un pasado glorioso (hasta Carlos V, o Carlos I de España, se alojó allí) claramente en decadencia. Había oído hablar mucho de la España vaciada, del despoblamiento de los pequeños pueblos, pero nunca lo había entendido hasta que llegó allí. Al llegar por el mediodía no se veía un alma por las calles, parecía un pueblo fantasma. En cambio, con la puesta del sol y al frescor de la noche todo se transformó. Cierto que eran pocos vecinos, pero allí todos se conocían y seguían sentándose en las puertas de las casas y en las plazuelas a charlar animadamente. ¿No decían que los castellanos eran serios y ariscos? Se sintió como si hubiera ido allí todos los veranos y los vecinos fueran parte de su familia. Y sintió que ella pertenecía a ese lugar, que aquel podría ser un estupendo sitio para vivir. ¿Cuánto hacía que no dormía tan bien, y sin aire acondicionado ni pastillas? ¿Qué hacía viviendo tan sola en la gran ciudad? Quizás hasta pudiera teletrabajar desde allí. El improvisado viaje al interior se había convertido en un inesperado viaje a su interior.
domingo, 9 de agosto de 2020
domingo, 11 de noviembre de 2018
Relato #DíadeMuertos: La última llamada
Era el Día de los Muertos. Desde que tenía uso de razón siempre había sido un día muy especial para ella. Ese día todos en México festejaban y daban culto a la muerte. En cambio en su familia se celebraba por partida doble la vida y la muerte, era el cumpleaños de su madre. Y es que, con su escasos cincuenta kilos de peso, la señora doña Juana era pura energía e irradiaba vitalidad por cada poro de su cuerpo. Así que sus celebraciones del Día de los Muertos eran memorables. Le parecía increíble que ya no estuviera con ella. Un infarto se la había llevado precisamente poco después de su último cumpleaños. Quizás demasiados excesos a sus setenta primaveras. Ahora se dirigía por el anillo de circunvalación hacia el cementerio para limpiar y decorar su tumba. Intentaría que ese día fuera también especial a pesar de su ausencia. En ese momento no sabía hasta qué punto el destino (¿o quizás los espíritus de los muertos?), iban a hacer de las suyas ese día.
Iba enfrascada en sus pensamientos cuando empezó a sonar el móvil. No le gustaba cogerlo cuando estaba conduciendo y de hecho solía ponerlo en silencio para que no le molestara. Sin embargo, ese día se le había olvidado hacerlo y lo sacó del bolso aunque solo fuera para echar un vistazo y ver quién llamaba con tanta insistencia. Cuál no sería su sorpresa al ver una llamada entrante de "La Dama de la Muerte". ¿Estaba soñando despierta? ¿Cómo era posible? ¡Ese era el número su difunta madre!. Sí, a ella le gustaba que le llamasen la Dama de la Muerte por la coincidencia de su nacimiento con el Día de los Muertos y así la había guardado su hija como contacto en el móvil. Un torbellino de emociones y preguntas cruzaron por su mente intentando racionalizar aquella llamada inexplicable desde el más allá. ¿Qué había sido del móvil de su madre? ¿Por qué no se había acordado de él durante todo un año? ¿Alguien quería gastarle una broma macabra ese día? Cómo iba a imaginar ella que realmente quien estaba al otro lado de la línea era la dueña de la tintorería donde había llevado el disfraz que su madre había usado el año anterior en el desfile del Día de los Muertos. Se había encontrado el móvil en un bolsillo, lo había puesto a cargar y había llamado al número que aparecía como Aa en la agenda para avisar. Pero de repente se dio cuenta de que iba al volante sin prestar atención a la carretera. Demasiado tarde, iba a demasiada velocidad para la curva que tenía justo delante. Se quedó paralizada por el terror. Un sudor frío le recorrió la espalda. Y es que en ese mismo momento recordó la última llamada que había recibido de su madre el día de su muerte. Tampoco había podido responder y su madre le había dejado un mensaje en el contestador: "Hola cielo, soy mama, ahorita mismo nos vemos".
lunes, 18 de marzo de 2013
miércoles, 7 de octubre de 2009
La Ciencia en España no necesita tijeras
Esta entrada ha surgido como apoyo a a la iniciativa que se ha puesto en marcha a través del blog LA ALDEA IRREDUCTIBLE y que consiste en que, ante el tijeretazo a la inversión en investigación previsto en los presupuestos generales de España para 2010, los blogs no unamos para protestar por esta medida y dar razones para que éste dé marcha atrás.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
El sueño del Rey
domingo, 5 de julio de 2009
jueves, 2 de julio de 2009
La mirada del Café
Sábado noche de junio, sentada con una amiga en una terraza frente a la Catedral vemos pasar a la gente. Es increíble, si no fuera porque es de noche parecería que son las 6 de la tarde, pero son casi las 2 de la mañana. Se nota que es verano en la ciudad, han terminado los exámenes y todavía no ha llegado agosto con la huída masiva de gente a la playa o al pueblo (la crisis, es lo que tiene). La terraza está también a rebosar: parejas jóvenes, algún matrimonio de mediana edad, grupos de amigos, nosotras...
- ¿Sabes que un escritor de Valladolid ha escrito una novela centrada en esta cafetería sobre un asesino en serie y donde aparecen personas que la frecuentan?, me dice mi amiga.
El caso es que yo lo desconocía y me pareció divertido estar allí sentada e imaginarme dentro de la novela intentando averiguar quién era el asesino (o la próxima víctima) de los allí presentes.
Así que he investigado un poco y hoy lo voy a compartir en este blog para los que tampoco hayan oído hablar de esa novela y por si alguien la ha leído y nos puede dar su opinión.
Se trata de la novela "La mirada del Café" (editorial El Libro Azul 2008) segunda novela de Juan Manuel Olcese (Valladolid, 1978) y publicada por la editorial palentina El Libro Azul. Está ambientada en Valladolid y el escenario escogido para la trama es el Café El Largo Adiós, más conocido como El Cafetín, en el que se desarrolla una historia donde se mezclan géneros y estilos literarios: neorrealismo, novela policíaca, y surrealismo.
"Hay asesinatos; jóvenes antisistema; amores que renacen; borrachos de tres al cuarto; situaciones surrealistas; ojos de poetas que brillan de melancolía...", explica el autor.
Se trata de un asesino en serie que, todos los días después de cometer los crímenes, se refugia en el Cafetín para perderse entre el anonimato. Los inspectores Cortázar y Ramírez son los encargados de resolver el caso pero se encuentran inmersos "en un mar de dudas" mientras la semana va pasando y el Cafetín "se convierte en un enigmático lugar donde el tiempo se congela, los amores renacen, los antihéroes campan a sus anchas, los ojos de los poetas brillan de melancolía y la vida se convierte en verso".
Su anterior novela, titulada 'El relevo' (editorial Cuatro y el Gato 2005), también se ambientó en un escenario típico de la ciudad ya que narraba la historia de un grupo de jóvenes nacidos en el barrio de Pajarillos.
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